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viernes, 24 de julio de 2009

LAS COSAS NO CAMBIAN, SINO A PEOR

Ha sido un tiempo de reflexión, de otras ocupaciones necesarias y, por qué no, de "espera esperanzada" de un cambio de rumbo hacia la coherencia, que me ha mantenido ausente de opinión en este blog. Pero desgraciadamente ese golpe de timón no se ha producido, y da la sensación, que el deslizamiento es ya vertiginoso cuesta abajo y sin frenos. Cada minuto que pasa, la intervención de obra o palabra, de los políticos, a quienes hace dos años se le votaron con renovadas esperanzas con promesas de cambio, no deja de ser lamentable, ya sea por su incopetencia o arrogancia. Ante cada crítica a su nefasta gestión, se les llena la boca escudándose en la crisis y de que no hay dinero. Pero a nadie se le esconde como el dinero que haya, se va en gastos superfluos, boato o en favorecer a los amigos. Son morosos en el pago de lo que deben llevando al cierre a muchas pequeñas empresas, morosos en todo menos en sus sueldazos que mantienen sin rubor (entre 68 mil-89 mil € los dirigentes canarios), inadmisibles por su inmoralidad en los tiempos que corren en que miles de administrados viven de la caridad para poder comer cada día. Ellos no se privan de cobrar a primeros de mes, por muchos millones que deban las instituciones que malgobiernan, ni tampoco de mantener sus equipos de "asesores" y "personal de confianza" que no tienen nada que hacer porque no hay dinero -según ellos- para hacer lo que hay que hacer. Por eso practican el deporte de "hacer ver que hacen" y eso explica en cultura, los movimientos telúricos que se viven en las alturas de una gestión cultural más politizada e inepta que nunca. Los cambios producidos sólo sirven para maquillar los resultados, iniciar una huida hacia adelante -manteniendo el agujero negro- y entretener al personal "haciendo ver que hacen". No servirán para nada, excepto para crear más "pesebrismo", porque son meros cambios de nombres o personas, y no cambios de actitud en el gasto, ni en la orientación cultural que hace falta. Se sigue jugando al populismo, por un lado, y al elitismo por otro, sin atender a las verdaderas necesidades sociales de la sociedad actual. El tiempo se les agota y lo saben. Por eso, se pasan un día y otro también, echandose los trastos unos a otros, sin abordar con seriedad los problemas, porque lo único que les preocupa son las batallitas partidistas internas para buscarse la mejor "pole position" y seguir encaramado al poder y sus canonjías una nueva legislatura. Pero, ¿lo conseguirán? El voto en blanco no deja de avanzar en cada convocatoria electoral, y dado lo que han hecho y dejado de hacer respecto al voto de confianza de quienes han hecho posible su elección, su altanería, desprecio y sinvergüencería se pueden -y deben por méritos propios- encontrar con una desagrable sorpresa.