He de confesar que la super consejera de Cultura -super porque es titular además de otras dos consejerías, no por otra cosa-, Inés Rojas, se está convirtiendo por derecho propio en musa de este blog. Cada vez que abre la boca, chirría. Ahora se descuelga en una comisión parlamentaria sosteniendo que el plan estratégico cultural de Canarias "no ha sido elaborado" y por tanto no tiene ficha presupuestaria. Si alguien no lo sabe, el propio gobierno de Canarias reunió hace un par de años a unos 300 canarios -algunos traidos de fuera, más invitados de postín no canarios- vinculados a la cultura en un hotelazo de Fuencaliente (La Palma) -estancia, comida y viajes, me imagino que algún cachet también, a costa del erario público- con el fin de debatir las pautas, que en reuniones sucesivas (que también costarían su dinero) llevaron a la confección de un plan estrátegico que se presentó a bombo y plantillo y que se supone, marcaría las pautas a seguir en materia de cultura. Pues de eso, al parecer nada. Dinero, y no poco, tirado a la basura. ¿Para qué marear, entonces, ahora la perdiz, solicitando nuevas reuniones con el sector, cuando en ese plan está todo dicho y más que dicho? ¿Ganar tiempo? ¿Cortina de humo?
Segundo: Sostiene Inés ahora que a pesar del brutal recorte del 65% (otra vez la mágica cifra), el tejido empresarial cultural -pregunto, ¿qué tejido?-, las infraestructuras culturales -¿pregunto otra vez, ¿de qué y a cuales se refiere?-, y el talento (¿¿¿???) no se verán mermados con el brutal recorte, sino el "mundo exclusivo de mantenimiento con dinero público". ¿Pero, quien ha creado este modelo de dependencia? Por otra parte, hablar de "exclusivo mantenimiento" es ignorancia, pues hay bastante en la cultura canaria que no se mantiene de dinero público. En cambio, Inés Rojas, si está "exclusivamente mantenida con dinero público".
Y ya que recorta en cultura, ¿no sería lógico que su sueldazo de unos 60.000 € y otras canonjías y prebendas propias del cargo, se viera recortado también en un 65%, para ser justos? Me temo que no. Que ahí sí que el modelo no cambia ni cambiará. De todas formas, eso que se dice de cambiar el modelo, ¿cómo se va a hacer cualquier cambio con este drástico recorte? Me temo que las cosas, por incapacidad o intereses, van a seguir igual, que el modelo imperante va a seguir, aunque con menos dinero, perjudicándose aún más los que siempre se perjudican con los recortes, porque simplemente no hay voluntad o intención de cambiar. Y lo hace, usando demagogia para confundir a la ciudadanía poniendo en relación cultura y asuntos sociales, materias que, curiosamente, depende de su superconsejería. Se trata de un recorte social puro y duro que atenta contra el derecho democrático universal a la cultura de un pueblo y a su disfrute y enriquecimiento patrimonial. Definitivamente, Inés, me sonrojas.
Segundo: Sostiene Inés ahora que a pesar del brutal recorte del 65% (otra vez la mágica cifra), el tejido empresarial cultural -pregunto, ¿qué tejido?-, las infraestructuras culturales -¿pregunto otra vez, ¿de qué y a cuales se refiere?-, y el talento (¿¿¿???) no se verán mermados con el brutal recorte, sino el "mundo exclusivo de mantenimiento con dinero público". ¿Pero, quien ha creado este modelo de dependencia? Por otra parte, hablar de "exclusivo mantenimiento" es ignorancia, pues hay bastante en la cultura canaria que no se mantiene de dinero público. En cambio, Inés Rojas, si está "exclusivamente mantenida con dinero público".
Y ya que recorta en cultura, ¿no sería lógico que su sueldazo de unos 60.000 € y otras canonjías y prebendas propias del cargo, se viera recortado también en un 65%, para ser justos? Me temo que no. Que ahí sí que el modelo no cambia ni cambiará. De todas formas, eso que se dice de cambiar el modelo, ¿cómo se va a hacer cualquier cambio con este drástico recorte? Me temo que las cosas, por incapacidad o intereses, van a seguir igual, que el modelo imperante va a seguir, aunque con menos dinero, perjudicándose aún más los que siempre se perjudican con los recortes, porque simplemente no hay voluntad o intención de cambiar. Y lo hace, usando demagogia para confundir a la ciudadanía poniendo en relación cultura y asuntos sociales, materias que, curiosamente, depende de su superconsejería. Se trata de un recorte social puro y duro que atenta contra el derecho democrático universal a la cultura de un pueblo y a su disfrute y enriquecimiento patrimonial. Definitivamente, Inés, me sonrojas.