Cuando asistimos al teatro, compramos la entrada y nos sentamos a presenciar un espectáculo que nos gustará o no, que nos hará reflexionar o no, que nos hará pasar un rato divertido o aburrido, que nos hará aflorar las emociones o sentimientos más profundos e intensos, que nos hará disfrutar de un texto escrito desde otra mirada, una interpretación actoral o una interesante puesta en escena donde se conjugan diferentes disciplinas artísticas, que en definitiva, nos hará por unas horas ciudadanos comunes de un hecho mágico y colectivo, probablemente no nos preguntemos por qué el teatro existe como tal, al menos, desde hace 25 siglos, que nos seduce e induce asistir desde hace tanto tiempo, y si siempre ha existido de igual manera, la misma predisposición, los mismos hábitos, las mismas reacciones, la misma ilusión y convención de creernos lo que sucede sobre un escenario como si fuera la imitación a la vida más perfecta. Si la forma de escribir, de interpretar, de iluminar un escenario, o del edificio teatral y su disposición, o la forma de vivir de cada persona que forma parte de la gran familia teatral, siempre ha sido igual, si desde el principio o no, el teatro ha sido favorecido por la sociedad –no por capricho de ciudadanos o gobernantes, sino porque simplemente es considerado un hecho cultural, social y vital necesario y trascendente-, o perseguido de manera abierta o sibilina, si los cómicos, han tenido igual fortuna a lo largo del tiempo en su consideración pública y de que manera ha podido influir el avance de la tecnología en su evolución, en la forma de hacer, gestionar y presenciar el arte escénico, cómo la censura del poder, cómo la crítica teatral, cuando y por qué apareció y con qué fin, cómo se ha constituido el arte escénico en una industria cultural importante... Muchas preguntas en fin que nos llevará a la conclusión general de que ha ha sabido y podio sobrevivir a todas sus crisis, ha seguido ahí desde que el hombre empezó a comunicarse y problamente seguirá existiendo, de una manera u otra, hasta que el hombre deje de hacerlo y acabe la sociedad tal como la conocemos.