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martes, 1 de noviembre de 2011

POR UNA REDISTRIBUCIÓN DEMOCRÁTICA DE LOS PRESUPUESTOS DE CULTURA

La cultura como conjunto de todas las formas en que de manera explícita o implícita se manifiesta una sociedad en un momento determinado y a través de su historia, implica hablar de un modelo colectivo. Sin embargo, a través de la esa historia, los grupos dominantes han dedicado a primar su propia cultura frente a las demás, en unos casos asimilándolas a sus intereses, marginándolas, ridiculizándolas -clasificándolas de "incultas" y "populares"-, o simplemente persiguiéndolas o exterminándolas. Desde el poder, controlado por esos grupos minoritarios pero dominantes, se han apoyado sus intereses culturales, en beneficio de una elite haciendo ver que responden y benefician y representan a intereses generales de una sociedad determinada. Canarias no ha sido una excepción. Los grupos dominantes desde el poder consiguen que el tipo de cultura que a ellos interesa disfrutar reciba el reparto mayor de la tarta y de manera abusiva. De ese modo se aseguran que el conjunto de la sociedad subvencione económicamente a una minoria el disfrute de un hecho cultural que debería ser de acceso a toda esa sociedad. La situación crítica actual, que invita al abandono de proyectos megalómanos y decimonónicos, se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre este fenómeno que ha soportado durante años como una losa a sus espaldas la cultura en general. Es tiempo de que modelos de este tipo vayan reconvirtiéndose en aras de una redistribución democrática de los presupuestos destinados a cultura. Si todavía hay alguien que no me entiende les comentaré un ejemplo gráfico que expresé hace unos días en una emisora de radio interrogado sobre la situación que ha provocado el drástico recorte en el presupuesto de cultura del gobierno de Canarias. El modelo significativo en el último cuarto de siglo, utilizando un símil automovilístico- ha sido el siguiente: En un principio, apenas había vías para el acceso a la cultura, y se empezaron a construir carreteras, unas en perfecto estado, otras no tan buenas, y hasta de tierra prácticamente la mayor parte del tiempo en desuso. Luego se empezó a subvencionar la compra de Mercedes, unos 10 para 5 personas, pero también de algunos utilitatarios, unos 10 para 20 personas. Con el tiempo, han aumentado los Mercedes a 15, para las mismas 5 personas, y han bajado los utilitarios, de 8 pero para 25 personas. Muchos de éstos utilitarios han dejado de funcionar, o lo que es peor, se han quedado sin gasolina subvencionada para que aquellos 15 mercedes sigan funcionando.