Dentro de unas horas, se nos acaba 2011, annus más que horribilis y que parece abrir una puerta a otro mucho peor en España por obra y gracia de Rajoy. Probablemente muchos de los que se lanzaron a votarle estarán ahora rasgándose las vestiduras. Ya lo avisamos aquí. Dijimos que iba a ser más y peor de lo mismo, y que tenía un programa oculto que se va desvelando por horas una vez en la Moncloa y que tendrá su parte más dura en marzo tras las elecciones andaluzas.
Annus horribilis, porque 2011 ha sido el año en que hemos visto como los culpables de la crísis económica que asola gran parte del mundo capitalista, siguen tan campantes en la calle, en sus puestos y llenandose los bolsillos a costa de los más desfavorecidos en connivencia con la casta política en el poder. También hemos visto, como se puede ser golpista desde la democracia vaciándola de contenido, y como se puede ir desarticulando el estado del bienestar en contra de la mayoría. Hemos conocido los fabulosos ingresos de los banqueros -algunos de ellos ante la pasividad, cuando no complicidad, de los gobernantes- a costa del dinero público. También los de la casta política, sumados al resto de otras canongías y prebendas. Y hasta los de la familia real -casi 900.000 € anuales- mientras millones de ciudadanos pierden sus casas, caen masivamente en el paro -muchos sin contraprestación alguna y hasta familias enteras- o engrosan las filas de los pobres. También hemos asistido impotentes, a los fastos de la cúpula vaticana, a todos esos eventos, concentraciones y manifestaciones provocativas con el dinero público; mirando ante los problemas reales de los españoles, católicos o no, como es uso y costumbre en Rouco, para otro lado o para el lado interesado; quedándose con muchas propiedades ajenas inscritas unilateralmente sin pagar un duro a Hacienda. Vemos como poco a poco, los derechos a una sanidad y una educación digna para todos, derechos consagrados, como el del trabajo, en la constitución española sufren recortes, un atentado de dramáticas consecuencias, sobre todo para la mayoría de la población. También hemos contemplado con estupefacción como la justicia no es igual para todos y cómo muchos corruptos consiguen escapar del castigo con la complicidad de las más altas instancias. Cómo otro derecho universal, además reconocida fuente de empleo y creadora de PIB como la cultura, va sufriendo drásticos recortes que acabará llevándonos a la más profunda pobreza espiritual a la par que la económica, para hundir definitivamente a España. Ha sido un año para pasar página. Pero no para olvidarlo de cara al futuro. Porque en él también hemos visto que aún quedan periodistas que no se venden al poder y denuncian, jueces que desafían a los bastardos cómplices y se atreven a sentar en los banquillos a un presidente de comunidad autónoma o hasta el mismo yernísimo, vergüenza donde las haya. Y sobre todo, ha sido el año del despertar, de la indignación creciente, de volver a recuperar las calles para hablar claro y alto, para expresarse libremente contra todo aquello que el poder y sus bizarros quieren imponer a la mayoría para perpetuarse. Se ha gritado alto y claro contra una ley electoral injusta y desigual, contra algunos aspectos de una constitución que hay que cambiar porque sencillamente van en contra la mayoría, y hasta contra un régimen de Estado que cada vez tiene más detractores. El 15 M se ha convertido en esa luz necesaria para seguir en el camino, que por muy pocos luchadores que sumen, valen más que los millones que miran a otro lado, agachan la cabeza o esperan impasibles a ver que pasa. No hay motivo para el descanso, ni la tregua, en la lucha por unos derechos que nos hacen dignos y libres y que todavía tiene mucho camino que recorrer. Por eso, mi deseo sincero para esa inmensa mayoria que sufre los efectos del poder en sus espaldas, luchadora e incluso silenciosa, es ANIMO, FUERZA, SALUD Y SUERTE para 2012. Que así sea.
Annus horribilis, porque 2011 ha sido el año en que hemos visto como los culpables de la crísis económica que asola gran parte del mundo capitalista, siguen tan campantes en la calle, en sus puestos y llenandose los bolsillos a costa de los más desfavorecidos en connivencia con la casta política en el poder. También hemos visto, como se puede ser golpista desde la democracia vaciándola de contenido, y como se puede ir desarticulando el estado del bienestar en contra de la mayoría. Hemos conocido los fabulosos ingresos de los banqueros -algunos de ellos ante la pasividad, cuando no complicidad, de los gobernantes- a costa del dinero público. También los de la casta política, sumados al resto de otras canongías y prebendas. Y hasta los de la familia real -casi 900.000 € anuales- mientras millones de ciudadanos pierden sus casas, caen masivamente en el paro -muchos sin contraprestación alguna y hasta familias enteras- o engrosan las filas de los pobres. También hemos asistido impotentes, a los fastos de la cúpula vaticana, a todos esos eventos, concentraciones y manifestaciones provocativas con el dinero público; mirando ante los problemas reales de los españoles, católicos o no, como es uso y costumbre en Rouco, para otro lado o para el lado interesado; quedándose con muchas propiedades ajenas inscritas unilateralmente sin pagar un duro a Hacienda. Vemos como poco a poco, los derechos a una sanidad y una educación digna para todos, derechos consagrados, como el del trabajo, en la constitución española sufren recortes, un atentado de dramáticas consecuencias, sobre todo para la mayoría de la población. También hemos contemplado con estupefacción como la justicia no es igual para todos y cómo muchos corruptos consiguen escapar del castigo con la complicidad de las más altas instancias. Cómo otro derecho universal, además reconocida fuente de empleo y creadora de PIB como la cultura, va sufriendo drásticos recortes que acabará llevándonos a la más profunda pobreza espiritual a la par que la económica, para hundir definitivamente a España. Ha sido un año para pasar página. Pero no para olvidarlo de cara al futuro. Porque en él también hemos visto que aún quedan periodistas que no se venden al poder y denuncian, jueces que desafían a los bastardos cómplices y se atreven a sentar en los banquillos a un presidente de comunidad autónoma o hasta el mismo yernísimo, vergüenza donde las haya. Y sobre todo, ha sido el año del despertar, de la indignación creciente, de volver a recuperar las calles para hablar claro y alto, para expresarse libremente contra todo aquello que el poder y sus bizarros quieren imponer a la mayoría para perpetuarse. Se ha gritado alto y claro contra una ley electoral injusta y desigual, contra algunos aspectos de una constitución que hay que cambiar porque sencillamente van en contra la mayoría, y hasta contra un régimen de Estado que cada vez tiene más detractores. El 15 M se ha convertido en esa luz necesaria para seguir en el camino, que por muy pocos luchadores que sumen, valen más que los millones que miran a otro lado, agachan la cabeza o esperan impasibles a ver que pasa. No hay motivo para el descanso, ni la tregua, en la lucha por unos derechos que nos hacen dignos y libres y que todavía tiene mucho camino que recorrer. Por eso, mi deseo sincero para esa inmensa mayoria que sufre los efectos del poder en sus espaldas, luchadora e incluso silenciosa, es ANIMO, FUERZA, SALUD Y SUERTE para 2012. Que así sea.