A pocas horas de la jornada de reflexión electoral del próximo domingo, hago mi reflexión sobre la acultura del PP en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Su alcalde, Juan José Cardona, nos atormenta presentándose a la reelección, afortunadamente esta vez, según las encuestas, sin posibilidad de obtener mayoría y mangonear la ciudad a su gusto.
Pasará a la historia como el alcalde de los carriles bici surrealistas y peligrosos, y el alcalde de las terrazas, de incitación a una nueva forma de botellón, que nos deja una ciudad.fragmentada, insolidaria y sucia, con mucha opacidad en su gestión y unas dosis de acultura tremendas.
Mi reflexión es básicamente en lo que en la cultura le toca responsabilidad. Lo suyo, si podemos llamarlo de alguna manera, sería gestión de la acultura más que otra cosa.
Empezó cargándose un evento importante como el Womad sin ninguna valoración ni alternativa, sólo por creerse virrey de su señor Soria más que alcalde de todos los ciudadanos. En estos cuatro años, con apoyo de una concejala de tan nefasta gestión -cuando lo tenía todo a mano para hacer maravillas- Isabel García Bolta, hemos visto, no sólo desaparecer este evento, sino como el propio Teatro Pérez Galdós, otrora orgullo de la ciudad, se ha convertido en un ghetto prohibido a los ciudadanos, un lujoso almacén sin programación a pesar de su coste (y lo que costó rehabilitarlo ¿tantos millones para qué?) en manos de un gerente que poco a poco ha ido acumulando poder a cambio de nada. La opacidad es extrema. Preelectoralmente se abren museos sin determinar contenidos o sin que sepamos, caso del Castillo de la Luz, en cuánto ha hipotecado a la ciudad por la forma en que se ha acogido a la fundación Martín Chirino, antes de que lo desalojen del poder. Todavía no sabemos a santo de qué una empresa privada da (desde la época de Soria alcalde) clases de danza en unas instalaciones municipales (Miller) mientras otros creadores pagan sus alquileres o ven negado su acceso al uso de las mismas. Opacidad en el funcionamiento del Temudas festival (qué bien le viene el nombre), que por no saber no se sabe quien es su responsable que ha sabido muy bien nadar y guardar la ropa. O de asesores de última hora que meten la nariz por encima de la propia concejala. ¿Dónde está lo que se llama guía de buenas prácticas en la gestión cultural? Claro, si no ha habido cultura, sino acultura, a qué buenas prácticas, ya que mejor yo me lo guiso y yo me lo como. El Festival de Cine es otro caso que deja mucho que desear, y cómo se ha perdido la oportunidad de hacer un concurso público para elegir al nuevo director, siguiendo con la gestión digital (nombramientos a dedo). Y del Tenorio que decir, proyecto que en su día la concejala vendió como gran evento para la ciudad y que se ha ido diluyendo con alternativas mediocres hasta dejarlo en parodia.
Es decir, que lo poco que han hecho, lo han hecho mal en todos los sentidos. ¿Y el Carnaval? Qué patetismo la gestión de la problemática con los vecinos que protestaban por los mogollones!
El candidato a la alcaldía por el PP no merece que se soporte su nefasta política otros cuatro años más. Y no olvidemos su corresponsabilidad junto a su señor Soria en que el Supremo ordenara el derribo de la biblioteca pública, ya que como concejal de urbanismo en su momento tuvo mucho que ver en la ilegalidad de su construcción. ¿Pagará de su bolsillo las consecuencias de su mala gestión? ¿o la pagaremos entre todos como uso y costumbre? Basta ya de creernos tontos. Reflexionemos y actuemos con nuestro voto para evitar el oprobio que significa que esta ciudad vuelva a tener un máximo representante de esta catadura.