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lunes, 7 de noviembre de 2011

HAY QUE AHORRAR

Como no me fue posible estar esta noche, junto a otros compañeros, en el memorial de Dolores Campos Herrero, envié a la impagable organización este microrelato por si se consideraba leerlo en su homenaje anual, que se lo merece, como luchadora de la cultura y creadora, y aún más, en estos momentos en que la CULTURA con mayúscula es atropellada por la enanez de miras. En donde estés, un abrazo, y a iluminarnos en tiempos tan difícles. Gracias.



HAY QUE AHORRAR

Aquel individuo, de negro, que ocultaba sus miserias, bajo una barba teñida y una mirada extraviada, suspiró sobre la mesa apurando el último vodka.

A su lado, un mugriento libro por el uso, pervivía al frecuente manoseo de huellas dactilares grasosas y al barroco abigarramiento de subrayados, sobre arrugadas hojas.

De lejos, podía divisarse algo el título de dicho libro de autoayuda: “Cómo triunfar sin leer un libro”. De entrada, ese título era equívoco, pues, para conseguir el objetivo habría que leerse al menos ese libro, es decir, uno. Pero para aquel gris individuo de negro, el sacrificio valía la pena.

Entonces, si era suficiente para triunfar un solo libro, ¿para qué preocuparse de la existencia de algunos cuántos más y de otros tantos escuálidos escritores que suelen difundir ideas peligrosas, la primera de ellas, que escribir es necesario.

-Qué desaparezcan, que dejen de dar el coñazo, ocupando tanto espacio en las bibliotecas y librerías, un gasto inútil. Qué se vayan y dejen tranquilos a los demás-, pensó el siniestro personajillo en voz alta. –Qué emigren, como siempre. Qué se vayan, pero, por favor, el último que apague la luz. ¡Qué hay que ahorrar!

José Orive, 2011