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viernes, 28 de octubre de 2011

MANIFIESTO POR LA INDUSTRIA CULTURAL

Recientemente, se han producido dos manifestaciones de alcance en el ya tan deteriorado sector de la cultura en Canarias. Por un lado, el anunciado recorte drástico en los presupuestos del gobierno de Canarias, y por otro, la perogrullada de la representante socialista en el Cabildo de Gran Canaria, planteando para la sesión de mañana, una moción para que Las Palmas de Gran Canaria y la isla, celebre el Forum de la Cultura 2019. Esta propuesta, inoportuna en el tiempo y las formas, no sé si tomarla por candidez, cinismo o tomadura de pelo. De todas maneras, en estos momentos críticos no deja de ser una perogrullada de mal gusto. La del recorte de menos del 65%, pero más del 60%, como ha dicho ayer provocativamente el presidente Paulino, es gravísima. Ante ésto último, la industria cultural existente en las islas se ha movilizado con prodigiosa rapidez y ha lanzado un manifiesto que se presenta hoy a los medios. Que la industria cultural, es decir, empresas y empresitas, que al igual que los partidos políticos, sindicatos, periódicos, bancos, asociaciones y diversos sectores de la economía, reciben subvenciones. pongan el grito en el cielo es legítimo. La cultura que es un derecho universal de la humanidad, que nos hace reflexivos, mejores y libres, capaces de cambiar el mundo, está siendo, sin embargo, estigmatizada y utilizada en las últimas décadas por mor del sistema capitalista de la ley de oferta y demanda, como industria. Se ha convertido en un sector que gana dinero, que emplea trabajadores y los despide, que paga impuestos, que quiebra, incluso, es decir, como cualquier empresa. Sin embargo, la cultura, como conjunto de todas formas de manifestación que tiene una sociedad para reeconocerse, constituye un cuerpo amplisimo. Dentro de él, los creadores, que son aquellos que con el tiempo, conforman el patrimonio de los pueblos, heredable y compartible, constituye uno de sus elementos importantes, y la industria, participada más propiamente por intermediarios que por creadores, otra parte. Por eso echo en falta en el manifiesto que se hará hoy público, una serie de consideraciones que no deberían obviarse, sobre todo cuando se pretende venderlo como un manifiesto de la cultura canaria, cuando su letra apuesta por el economicismo, es decir, por la industria cultura. No se reivindica cambiar el modelo actual, no se reivindica la redistribución democrática de los presupuestos, no se reivindica una cuota mínima en la producción cultural desde Canarias, no se reivindica el fin de los proyectos megalómanos que han esquilmado las arcas de las instituciones, no se reivindica el desarrollo del Plan Estratégico de Canarias -proyecto elaborado recientemente con la intervención de más de un centenar de agentes de la cultura en las isla- coliderado por el propio gobierno que contradice con los hechos sus propios principios y la opinión general del sector, no se reivindica que si no hay dinero para programar al menos se pongan los espacios en manos de los creadores para gestionarlos, no se habla de las personas que hacen cultura (escritores, bailarines, cineastas, artistas plásticos, músicos, teatreros, cantantes...) ni de los que gestionan la cultura en las instituciones y se ven atados de manos, de todos aquellos en general sin las cuales la industria cultural no existiría. Tampoco de los creadores como personas que no quieren ser empresas, que son autónomos, o simplemente independientes. No se habla del asociacionismo, no se habla, en definitiva de cultura canaria aquí y ahora, sino de reparto de dinero. Si la industria cultural no es capaz de tener en cuenta todo ésto y movilizarlo como uno más, el movimiento estará condenado al fracaso, y al final será como hasta ahora, reparto del botín, puro y duro, cada vez más entre menos y en menor cantidad, que es problablemente lo que preocupa a la industria cultural y la hace movilizar, cosa, que repito es lícito, pero que es ílicito hacerlo en nombre de la cultura en general, obviando a los trabajadores de la cultura, sean asalariados o autónomos, que también tienen derecho a participar del reparto del dinero como creadores.