La profunda crisis económica provocada por el desaforado usurerismo y ansias de poder de la banca amparada en la impunidad más absoluta al tener controlada a la casta política, tiene en España un perfecto cómplice en la Conferencia Episcopal (cúpula vaticanista en España) y su enervante silencio ante el padecimiento de la inmensa mayoría de la población, a cuya expensas vive sin sentir ni un ápice esta desvastadora crisis. A pesar de las continuadas manifestaciones en la calle -un día sí y otro también- contra las medidas de un gobierno conservador títere de otros gobiernos europeos y de la gran banca europea, a pesar de millones de católicos que sufren como el resto de la ciudadanía el azote del capital, la cúpula vaticanista española liderada por el arzobispo Rouco, no ha dicho ni mú. Claro, ¿qué trendría que decir después de que el gobierno conservador del PP no le haya recortado ni un euro a su iglesia, sino al contrario, favorecerle con unos 10.000 millones de euros, que es la suma de los casi 300 que saca de la famosa casilla del IRPF, los 4.000 que nos cuesta a todos el mantenimiento de los centros educativos religiosos y el pago a los profesores de religión, o los 3.000 millones que se calculan deja el Estado de ingresar al estar exenta la Iglesia católica en España del pago de impuestos como el IBI (bienes inmuebles) del que no escapa cualquier otro hijo de vecino? ¿Qué decir de las medidas favorecedoras de un partido que por medio de su anterior presidente Aznar, en 1998 reformó la ley hipotecaria franquista del 1946, para beneficio de la cúpula eclesial católica, en el sentido de que puede inscribir a su nombre propiedades que no son suyas y sin pagar derechos por ellas? Aún escuece lo que ha ocurrido con la Mezquita de Córdoba, patrimonio de la humanidad, de la que se han apropiado por solo 30 € y de la que sacan al año 8 millones de € en concepto de visitantes, cantidad -qué no se sabe a donde va a parar- y que es casi tres veces superior a la que ha invertido el propio Estado en su rehabilitación. Ante el clamor cada vez más creciente de que al menos la Iglesia pague el IBI de las numerosas propiedades que posee, y a las que saca partida (museos, iglesias, colegios, casas en alquiler, etc...), y mirando a otro lado de lo que ha acordado el primer ministro Monti en Italia hace unos meses de hacer pagar a la Iglesia católica lo que debe pagar, el Arzobispo Rouco saca su cara más cínica. Dice, que si tiene que pagar porque lo diga una ley (sabe que el PP no se atreverá, como ni siquiera se atrevió el PSOE con el timorato expresidente Zapatero), lo hará, amenazando a continuación, que en ese caso se resentirá su obra social, en referencia a la labor de su ONG de Cáritas. Su mezquino golpe bajo quiere dar donde más duele ahora mismo, ya que en Cáritas se refugia buscando auxilio mucha de la pobreza existente en España. Pero lo cierto, es que esta benefactora institución de la que alardea la iglesia católica, se mantiene mayoritariamente de donaciones voluntarias y de las subvenciones institucionales, ya que la administración de Rouco sólo aporta 5 millones de euros (de los 10.000 milones que levanta al Estado, recordemos), que viene a ser dentro del ocultismo de las cuentas vaticanas, entre un 1 o un 2 por ciento del presupuesto total de Caritas que proviene principalmente de donaciones particulares e instituciones públicas.
Los favores por el privilegioso estatus de la cúpula vaticanista española, revierten acabando con las multitudinarias manifestaciones contra la "enseñanza laica" que llaman ellos (¿No es España, según la constitución un estado aconfesional?), el aborto, etc y misas públicas o megalómanas visitas papales costeadas con dinero público; con su cómplice silencio ante la situación crítica actual, o concediendo "bulas" discriminatorias para con el resto de los católicos, como cuando el pasado año Rouco concedió permiso para que el hijo de Aznar se casara en un finca particular. La involucración de Aznar y su mujer, actual alcaldesa de Madrid, está elevada al máximo en favoritismos "espirituales". Durante su estancia en la Moncloa se consolidó en España el poder de la secta de los Legionarios de Cristo del cura pederasta mexicano Marcial Maciel, que con el apoyo de varios miembros del PP, cercanos a Aznar o al gobierno de la comunidad de Esperanza Aguirre o el actual ministro de Justicia, Gallardón, montaron una red de centros educativos por toda el pais bajo la estela de la Universidad Francisco de Vitoria, en uno de cuyos altos cargos, además de siginificados miembros del PP, se encuentra Susana Botella, hermana de la alcaldesa de Madrid.