Aminetu Haidar ya estás en el Aaiun. Podrás abrazar a tus hijos y besar tu tierra. Gracias Haidar, por tu ejemplo. Gracias por recordarnos que las grandes causas aún son necesarias, los grandes gestos útiles, la solidaridad un arma de combate. Gracias por mostrar la importancia de las ideas y convicciones aun por encima de cualquier personalismo. Por remover nuestras consciencias adormecidas e indicar el camino en la lucha por la dignidad y los derechos humanos. Gracias por movilizarnos, por obligarnos a patear de nuevo la calle -¡qué falacia pensar que ya no hace falta!-, a escribir, a mostrar la presencia solidaria desde cualquier atalaya, y sobre todo, por ayudar a desenmascarar a los culpables, a los cómplices y a los tibios o pusilánimes en el poder. Que no vengan ahora estos desaprensivos a colgarse medallas en su vuelta a casa. Ellos no lo han conseguido. Has sido únicamente tú con tu gesto, tu firmeza, tu valentía, quien lo ha conseguido. Has vencido al chantaje, como en otro momento a la cárcel o la tortura. Eres grande. El rey de Marruecos un enano, junto a su cohorte de cobardes asesores, domesticados políticos y amigos repartidos por el mundo. Ese reyezuelo medieval, una de las grandes fortunas de Francia y de Marruecos, amasada con el sacrificio y la indigencia de su pueblo, con su sangre y falta de libertad, obligado a emigrar para sobrevivir, se ha retratado definitivamente ante la opinión pública. Pero aun no está todo conseguido. No hay que bajar la guardia. Haidar, has dado un paso gigante. Tienes y seguirás teniendo nuestro ánimo y apoyo. Los tiranos acaban siempre cayendo, arrastrando a sus colaboradores. Tu ejemplo no ha sido inútil. Ha ganado tu pueblo y todos aquellos que hemos recuperado la estima y la fe en que aun otro mundo en libertad y paz es posible.
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