¿Conocen lo que es la burbuja de los mares del sur? Así se ha denominado popularmente al crack de 1720, crisis financiera que ocurrió en Gran Bretaña en ese año, debido a una burbuja especulativa iniciada en 1711. Constituye uno de los primeros cracks económicos de la Historia. En este último año, Robert Harley, jefe del partido Tory o conservador ingles -equivalente ideológico al PP español- creó la South Sea Company (Compañía de los mares del sur) que tenía el monopolio del comercio con las colonias españolas en América. La compañía, a cambio, aceptó cambiar diez millones de libras en bonos del tesoro contra las acciones a un alto interés del 6%, lo que suponía un chollo para los inversores. La compañía hizo un primer viaje comercial hacia América aunque con escasas ganancias, que se complicaron poco después con el conflicto contra España, cuyo rey pensaba que los ingleses eran un peligro paras sus colonias y les declaró la guerra, escocido también por la pérdida de Gibraltar. Sin embargo, 6 años después del viaje de sondeo, a pesar del escaso negocio, la compañía se hizo cargo de diez millones de libras suplementarias de deuda pública. Gracias a la especulación desatada por medio de los típico rumores –la historia se repite- suben las acciones y la compañía creada por el líder conservador tiene la licencia del rey para comerciar en exclusiva con los mares del sur. Es la época en que aparece en escena John Law, otro siniestro personaje, que se ofrece en Francia como economista al nuevo regente, creando con su apoyo el Banco General, que pronto pasaría a ser Banco Real con capacidad de fabricar moneda. En 1717 Law creó una compañía para controlar el comercio de Louissiana (en ese momento en manos francesas). Con el frenesí especulativo, similar al de la burbuja del ladrillo puesta en marcha en España hace unos años por Aznar, surgen otras burbujas especuladoras y se acelera la bajada en la cotización de unas acciones vendidas a precio de humo. La crisis se contagió a los bancos, y provoco la indignación del pueblo -los perjudicados pertenecían a todos los estratos sociales- que a finales de 1720 consigue la disolución del Parlamento inglés. La comisión que sustituyó al Parlamento reveló la intrincada maraña de corrupción en la que estaban implicados buena parte de los miembros del gabinete conservador, y uno de ellos se suicida. Los demás fueron arrestados y encerrados en la torre de Londres y la mayor parte desposeídos de sus bienes (en ésta última parte, la historia no se repite: los causantes de la crisis del 2008 a nivel internacional y la del ladrillo en España, siguen sin devolver el dinero y tan campantes en la calle). Por su parte el Parlamento Francés quiso ahorcar a John Law, pero éste, protegido por el regente, a quien había enriquecido con sus negocios, huye a Venecia. En Inglaterra, es nombrado nuevo ministro del Tesoro, Robert Walpole que anunció una serie de medidas para restablecer la confianza pública y la solvencia de la compañía, que sorprendentemente continuó sus negocios y además, administrando la deuda nacional creada por la especulación. Lo que hizo Walpole fue rescatar a la Compañia de los Mares de Sur mediante la inyección de dinero público hasta convertirlas en dos compañías de gestión de deuda, con el objeto de maquillar la falta de liquidez (el “no hay dinero” que tanto se dice ahora) del sistema económico británico. Con estas medidas, Walpole se ganó al partido opositor Whig y al rey que delegó el gobierno en él. Ebrio de poder y una escandalosa vida privada, quiso controlar la del resto de los ingleses. Escritores como John Gay (que lo satirizó en su “Ópera de los mendigos”, inspiración de la famosa de “los 4 peniques” de Brecht), Jonathan Swift, Alexander Pope o Henry Fielding, le criticaron abiertamente. La reacción del susodicho Walpole fue, para cercenar las críticas, promover la censura en los teatros con la Theatrical Licensing Act de 1737, pasando a ser considerado un dictador. Con esta ley, Walpole cerró los teatros sin patente, es decir, aquellos que sólo tenían permitido representar comedias, pantomimas y melodramas, imponiendo en los teatro con patente, o sea, con licencia para representar teatro hablado o “serio”, la censura previa de los textos. Como consecuencia, la mayoría de los autores críticos se vieron obligados a escribir novelas y el teatro inglés cayó en descrédito ante el público.
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