No es una producción escénica. Es el escenario del teatro Pérez Galdós pero ocupado para comistrajes y copichuelas como "marco incomparable" de unas bodas de oro profesionales. Los teatros públicos que se nutren de los impuestos más o menos "revolucionarios" contra los ciudadanos, rizan el rizo para obtener ingresos, aunque el espacio escénico sea traicionero. A veces Artaud (el surrealismo) y Valle Inclán (el esperpento) peleándose por el protagonismo, aunque el guión ahora sea una mera celebración. Si no hay dinero, bienvenidas ideas para conseguirlo, pero sin perder el norte en lo que este edificio debe ser destinado. Desde que se reabrió pomposamente hace 6 años, las funciones dramáticas -si exceptuamos las dramático musicales, léase ópera y musicales- han brillado por su ausencia. Su función ha sido prácticamente de sala de conciertos -y muchas veces salón de actos de la corporación-, por lo que ya algún chistoso ha pensado que a qué seguir llamándolo Teatro y Pérez Galdós, ya que tantos ascos se le hace al arte en que brilló nuestro paisano. Quizá acertó la "lumbrera" municipal que colocó delante de su fachada la reproducción de la escultura de Victorio Macho, mirando hacia la infinitud de la cumbre ignorando el teatro que lleva su nombre desde 1901.
Se dijo que unificar el teatro Pérez Galdós y el Auditorio Alfredo Kraus en una misma fundación, abarataria costes y pondría en movimiento a ambos emblemáticos edificios de la ciudad. Pero, el Pérez Galdós, parece resistirse a cobijar montaje escénico alguno a no ser este de la foto que me recuerda en cierto modo a la maravillosa película de Buñuel "El Discreto Encanto de la Burguesía".
Buñuel se ocupó de Galdós en tres de sus películas (Nazarín, Viridiana y Tristana), más que lo que esta ciudad se ocupa del propio Galdós o el teatro. Y los recortes no son excusa, mientras siguen cerradas las puertas del teatro a los profesionales de las islas, que cada vez que se suben al Cuyás prácticamente lo llenan o incluso arrastran espectadores fuera de las islas. Poderoso caballero es Don Dinero, como dijo Quevedo, pero para eso no están los teatros públicos.
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