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jueves, 26 de abril de 2012

QUIEN NO SE ARREPIENTE O ES SANTO O UN TONTO


                                                                                         Capitán Salgueiro Maia

Amigos portugueses integrantes del foro "Ninho das Artes" comentaron durante el día de ayer la tristeza de la celebración de un 25 de abril, tan distinto de aquel esperanzador de 1974. Concretamente, António Manuel respondía afirmativamente a la pregunta circulante durante la jornada en distintos foros, de la necesidad de otro 25 de abril. "El primero -decía- fue para acabar con la dictadura facista. Este de ahora, sería para acabar con la oligarquía capitalista, que es el régimen en que actualmente vivimos. Con el primer 25 de abril conseguimos LIBERTAD. Ahora queremos la JUSTICIA y la IGUALDAD". 
Además, la celebración quedó aun más entristecida con la noticia del fallecimiento a los 53 años de edad a causa de un cáncer de pulmón, del periodista, fundador y eurodiputado del Bloco de Esquerda (Bloque de Izquierda), Miguel Portas. Este luchador nato por la democracia, parecía predestinado desde el día que nació: un primero de mayo. Y así fue. La semblanza que José Goulâo ha hecho de su trayectoria es elocuentemente precisa:
“Miguel era un demócrata. Sus ideas nunca estaban cerradas, no por que fueran volubles, sino porque el mundo no para de transformarse. Fue un demócrata persistente, convicto de sus ideas, situado en la izquierda del espectro social y político, pero sin dejar de escrutar el mundo, de tener dudas. La única que no tenía era la de que estaba al lado de los que son víctimas de las injusticias de un sistema injusto, de las prepotencias de un sistema arrogante, de las insensibilidades de un sistema inhumano. Contra eso, Miguel combatía sabiendo que, por ejemplo en el parlamento europeo, lo hacía contra molinos de viento, contra la aplastante mayoría de los que todo saben, de los que no tienen dudas y nunca se engañan porque es fácil mandar escondiéndose en el anonimato del poder del dinero. De igual manera combatía, incomodaba, agitaba conciencias, se entusiasmaba con los votos y los apoyos que encontraba en otras áreas. Porque Miguel aglutinaba, intentaba unir, sabía que con la marea llena se concentra más energía para el cambio. Miguel era un combatiente maduro y un joven eterno dotado de una ingenuidad contagiosa que derrochaba todos los días con energía renovada para cada nuevo combate. Era un revolucionario. No me equivoqué en la palabra. Un revolucionario. Sólo teme a la revolución en nombre de la justicia social, quien siente tener privilegios abusivos que defender. Miguel estaba generosamente al lado de los que no tienen privilegios que defender, de aquellos que luchan por sus derechos. Miguel quería una izquierda grande, plural, imaginativa, capaz de generar las fuerzas necesarias para lograr el cambio, para la revolución. Una revolución de personas contra privilegios, contra la corrupción, contra el abuso de confianza, contra la prepotencia, Una revolución humanista, que ponga los intereses de las personas por encima del valor del dinero y de las ruletas de la especulación. Miguel se peleaba por los derechos humanos. Punto”.
Considerado por todos, por su honestidad en cualquiera de los partidos y movimientos en que militó Miguel
llegó a decir que "quien no se arrepiente o es santo o es un tonto", en un rasgo dialéctico consecuente e inteligente de que nadie posee la verdad absoluta. Pero en el mundo de la política, estamos hartos de comprobarlo, hay poquísimos santos y demasiados tontos, que no se arrepienten de cosas que hacen.Portas también era consciente de que su vida ha valido la pena, en el sentido de que ha sido interesante para otros:
“Creo -dijo- que la humanidad está más próxima de destruirse que de construirse un mañana. No hay nada escrito. Pero hay una cosa que sí sé. Al llegar al fin de mi vida, quiero poder mirar hacia atrás y decir: Habré hecho algunas tonterías, pero en conjunto puedo partir, allá donde sea, con tranquilidad”.
A este hombre honesto con sus ideas, luchador hasta el final y consecuente, como muy pocos, le dedicó ayer la poetisa María Isabel Fidalgo un emocionado poema sobre un nuevo Abril que no pudo celebrar Portas:

ABRIR ABRIL

Abrir de nuevo Abril
Abrir con lirio
Un nuevo abrir
De Abril
Abril soñado
Abrir Abril en fiesta
y romero
Abrir de nuevo Abril
ya sepultado
Abrir Abril de rosa
Color  púrpura
Y  no abrir d’Abril
Túmulo enmascarado
Abrir de nuevo Abril
Abrir con lirio
Abrir de nuevo Abril
Abril con clavel
Abrir de nuevo Abril
Resucitarlo
Abrir Abril en ala
Abrir de nuevo
y devolver a Abril
Abril inmaculado
Abrir de Abril
Abril del Pueblo.

Como complemento a mi comentario de ayer sobre el 25 de Abril portugués, no quiero dejar pasar la oportunidad de recordar el meritorio capitán Fernando Salgueiro Maia (1944-1992), cuyo testimonio y conducta inspiró la ópera prima cinematográfica como directora, de la cantante y actriz portuguesa María de Medeiros, titulada "Capitanes de Abril". Salgueiro, al frente de 240 hombres de la Escuela de Prácticas de Caballería se puso a primeras horas de la madrugada del día señalado al frente de la Revolución y su arenga a sus soldados ha pasado a la historia: 
"Señores míos, como todos saben, hay diversas modalidades de Estado. Los estados sociales, los corporativos y el estado al que hemos llegado. Así, en esta noche solemne, vamos a acabar con el estado al que hemos llegado. De forma que, quien quiera venir conmigo, vamos para Lisboa y acabemos con esto. Quien sea voluntario, que salga y forme. Quien no quiera salir, se queda aquí".
Fue él quien consiguió que el dimitido presidente de la dictadura Marcelo Caetano se rindiera al general Spínola en Largo do Carmo y le acompañó hasta el avión que le llevaría a Brasil. Después del 25 de abril se licenció en Ciencias Políticas y rehusó cualquier prebenda política que se le ofreció, falleciendo de cáncer un 4 de abril de hace 20 años a la edad de 48. A su óbito asistirían 3 expresidentes (Antonio Spínola, Costa Gomes y Ramalho Eanes) así como Mario Soares como presidente en funciones. A Salgueiro dedicaría Sophia de Mello, una de las grandes poestisas del siglo XX los siguientes versos de reconocimiento.
 
A Salgueiro Maia
aquel que en la hora de la victoria
respetó al vencido
Aquel que dio todo y no pidió nada
Aquel que en la hora de las recompensas
perdió el apetito
Aquel que amó a los demás y por eso
no colaboró con su ignorancia o vicio
Aquel que fue “fiel a la palabra dada a la idea sostenida"
Como antes de él pero también por él
Pessoa habló.


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