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lunes, 8 de octubre de 2012

EL PAIS SE TAMBALEA A TODA PRISA (y II)



Al fallecer Jesús Polanco en 2007, se inició inmediatamente en el seno de PRISA una lucha por el poder, en la que el primer director del periódico, Juan Luis Cebríán culminó su escalada marginando al sucesor de Polanco, su hijo Javier que era el vicepresidente del grupo y luego a su hermano Ignacio –que relegó a vicepresidente-, contando con el apoyo de los nuevos dueños del holding. Como condición necesaria para inyectar dinero y cubrir el déficit de 3.300 millones de euros, Cebrián pasaría a convertirse en presidente ejecutivo de PRISA, para desalojar al clan Polanco, pero con la contrapartida de nombrar Consejero Delegado a un tiburón de las finanzas como es Fernando Abril-Martorell, que tiene todas las papeletas como candidato firme a sucederle en los próximos meses. Las nuevas directrices fueron no sólo cargarse todo resto de la familia Polanco (que del 70% pasó al 30% de acciones), sino también a los responsables de la SER, profesionales del medio como Javier Pons y Augusto Delkáder, uno de los históricos fundadores de EL PAIS, sustituidos por burócratas del marketing por “un necesario cambio generacional” según Cebrián. Abril-Martorell se incorporó a PRISA desde Credit Suisse, donde ocupaba el puesto de consejero delegado de España y Portugal, después de un triunfal paso por  Telefónica, compañía a la que se incorporó como director financiero en 1997, y luego consejero delegado en cuya etapa lideró la privatización de la compañía y supervisó su evolución hacia una empresa de referencia mundial, con importante crecimiento en América Latina.
Por su parte, Juan Luis Cebrián –que vivió en el seno familiar la profesión ya que su padre fue un alto cargo de la prensa franquista como director del periódico Arriba-, ha mantenido una corta vida profesional como periodista, pues si bien, se graduó muy joven –apenas 19 años- en la Escuela de Periodismo, alcanzando pronto responsabilidades importantes, como subdirector en el periódico del Movimiento “Pueblo” en la larga época de Emilio Romero, o la jefatura de informativos en TVE en 1974, antes de ser llamado a dirigir EL PAIS, al fundarse el periódico a poco de morir el dictador y convertirlo en el de mayor difusión nacional, abandonó en 1988 la dirección periodística para dedicarse a la parte empresarial.
En el camino de la renegociación de la deuda del grupo PRISA, Cebríán ha dado entrada desde 2010 al fondo de inversiones norteamericano Liberty Acquisition Holding (los principales accionistas de este fondo de inversiones son, a su vez, los estadounidenses Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin ) que se convierten en accionistas mayoritarios, y en 2012 también la del holding financiero HSBC, y Grupo Santander La Caixa (convirtiendo deuda por capital por importe de 334 millones de euros) así como Telefónica (que adquirió bonos de la compañía por valor de 100 millones). También tiene entre otros accionistas al Deutsche Bank y el Bank of America con algo más del 3% cada uno. Cebrián ha estado vinculado al selecto “club” económico Bilderberg que reúne anualmente al centenar de personas más influyentes del mundo. Ya Polanco había atesorado una gran fortuna que le situó en la lista de personas más ricas del mundo que elabora Forbes.
Juan Luis Cebrián está mantenido para cumplir la hoja de ruta neoliberal de los nuevos dueños de PRISA y seguir utilizando sus medios de comunicación en Latinoamérica en tal sentido como agente político influyente de primer orden como principal portavoz de las multinacionales españolas, tal como enjuicia el periodista valenciano Pascual Serrano en su libro “Traficantes de Información” (*). Cebrián es el principal responsable de las decisiones empresariales que llevaron la deuda de la compañía por encima de los 5.000 millones de euros. Entre ellas, Cebrián debe responder por la OPA acometida en 2008 por el 100% de Sogecable, operación que obligó a solicitar un crédito de casi 2.000 millones y terminó de hundir las finanzas del grupo. Su cabeza está en juego, pero como uso y costumbre neoliberal, se premia a los manirrotos, porque si luego sale mal, se le echa a la calle con una cuantiosa indemnización, eso sí, por “servicios prestados”, mientras que las consecuencias de su ambiciosa hoja de ruta, la sufre el trabajador.
(*) Traficantes de información (Editorial Foca) es una historia de finanzas, manejos de Bolsa, fraudes fiscales, especulaciones urbanísticas, violaciones de las medidas contra la concentración, atropellos laborales mientras altos directivos disfrutan de sueldos millonarios y contratos blindados, ejecutivos con sentencias judiciales que les implican con la mafia, fortunas nacidas a la sombra del nazismo, empresas que comercializan armas para dictaduras...  No cabe duda de que, tras este repaso a los grupos de comunicación, el término «traficantes» es el que mejor los identifica. A lo largo de estos capítulos el autor levanta la alfombra de los lujosos despachos de las empresas de comunicación y encuentra lo que ellas nunca incluirán en sus medios: los secretos y las miserias de quienes se han apropiado de la información para convertirla en materia de traficantes y mercaderes, que la utilizan, bien para conseguir dinero, bien para conseguir poder (Prensa ibérica, Vocento, Antena 3 y Planeta, Zeta, Godó, Prisa, Telecinco, Mediapro, y otros: Cope, Libertad digital, Intereconomía…)  

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