Al fallecer Jesús Polanco en 2007, se inició inmediatamente en
el seno de PRISA una lucha por el poder, en la que el primer director del
periódico, Juan Luis Cebríán culminó su escalada marginando al sucesor de
Polanco, su hijo Javier que era el vicepresidente del grupo y luego a su
hermano Ignacio –que relegó a vicepresidente-, contando con el apoyo de los
nuevos dueños del holding. Como condición necesaria para inyectar dinero y
cubrir el déficit de 3.300 millones de euros, Cebrián pasaría a convertirse en
presidente ejecutivo de PRISA, para desalojar al clan Polanco, pero con la
contrapartida de nombrar Consejero Delegado a un tiburón de las finanzas como
es Fernando Abril-Martorell, que tiene todas las papeletas como candidato firme
a sucederle en los próximos meses. Las nuevas directrices fueron no sólo
cargarse todo resto de la familia Polanco (que del 70% pasó al 30% de
acciones), sino también a los responsables de la SER, profesionales del medio
como Javier Pons y Augusto Delkáder, uno de los históricos fundadores de EL
PAIS, sustituidos por burócratas del marketing por “un necesario cambio
generacional” según Cebrián. Abril-Martorell se incorporó a PRISA desde Credit
Suisse, donde ocupaba el puesto de consejero delegado de España y Portugal,
después de un triunfal paso por Telefónica,
compañía a la que se incorporó como director financiero en 1997, y luego
consejero delegado en cuya etapa lideró la privatización de la compañía y
supervisó su evolución hacia una empresa de referencia mundial, con importante
crecimiento en América Latina.
Por su parte, Juan Luis Cebrián –que vivió en el seno
familiar la profesión ya que su padre fue un alto cargo de la prensa franquista
como director del periódico Arriba-, ha mantenido una corta vida profesional
como periodista, pues si bien, se graduó muy joven –apenas 19 años- en la
Escuela de Periodismo, alcanzando pronto responsabilidades importantes, como
subdirector en el periódico del Movimiento “Pueblo” en la larga época de Emilio
Romero, o la jefatura de informativos en TVE en 1974, antes de ser llamado a
dirigir EL PAIS, al fundarse el periódico a poco de morir el dictador y
convertirlo en el de mayor difusión nacional, abandonó en 1988 la dirección
periodística para dedicarse a la parte empresarial.
En
el camino de la renegociación de la deuda del grupo PRISA, Cebríán ha dado
entrada desde 2010 al fondo de inversiones norteamericano Liberty Acquisition Holding (los
principales accionistas de este fondo de inversiones son, a su vez, los estadounidenses Nicolas
Berggruen y Martin E. Franklin ) que se convierten en accionistas
mayoritarios, y en 2012 también la del holding financiero HSBC, y Grupo
Santander La Caixa (convirtiendo deuda por capital por importe de 334 millones
de euros) así como Telefónica (que
adquirió bonos de la compañía por valor de 100 millones). También tiene entre
otros accionistas al Deutsche Bank y el Bank of America con algo más del 3%
cada uno. Cebrián ha estado vinculado al selecto “club”
económico Bilderberg que reúne
anualmente al centenar de personas más influyentes del mundo. Ya Polanco había
atesorado una gran fortuna que le situó en la lista de personas más ricas del
mundo que elabora Forbes.
Juan
Luis Cebrián está mantenido para cumplir la hoja de ruta neoliberal de los
nuevos dueños de PRISA y seguir utilizando sus medios de comunicación en
Latinoamérica en tal sentido como agente político influyente de primer orden
como principal portavoz de las multinacionales españolas, tal como enjuicia el
periodista valenciano Pascual Serrano en su libro “Traficantes de Información”
(*). Cebrián es el principal responsable de las
decisiones empresariales que llevaron la deuda de la compañía por encima de los
5.000 millones de euros. Entre ellas, Cebrián debe responder por la OPA
acometida en 2008 por el 100% de Sogecable, operación que obligó a solicitar un
crédito de casi 2.000 millones y terminó de hundir las finanzas del grupo. Su
cabeza está en juego, pero como uso y costumbre neoliberal, se premia a los
manirrotos, porque si luego sale mal, se le echa a la calle con una cuantiosa
indemnización, eso sí, por “servicios prestados”, mientras que las
consecuencias de su ambiciosa hoja de ruta, la sufre el trabajador.
(*) Traficantes de
información (Editorial Foca) es una historia de finanzas, manejos de Bolsa,
fraudes fiscales, especulaciones urbanísticas, violaciones de las medidas
contra la concentración, atropellos laborales mientras altos directivos
disfrutan de sueldos millonarios y contratos blindados, ejecutivos con
sentencias judiciales que les implican con la mafia, fortunas nacidas a la
sombra del nazismo, empresas que comercializan armas para dictaduras... No cabe duda de que, tras este repaso a los grupos de comunicación, el
término «traficantes» es el que mejor los identifica. A lo largo de estos
capítulos el autor levanta la alfombra de los lujosos despachos de las empresas
de comunicación y encuentra lo que ellas nunca incluirán en sus medios: los
secretos y las miserias de quienes se han apropiado de la información para
convertirla en materia de traficantes y mercaderes, que la utilizan, bien para
conseguir dinero, bien para conseguir poder (Prensa ibérica, Vocento, Antena 3 y Planeta, Zeta, Godó, Prisa, Telecinco, Mediapro, y otros: Cope, Libertad digital, Intereconomía…)
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