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lunes, 21 de noviembre de 2011

JECKILL y HYDE

Los resultados electorales de ayer, podrían perfectamente llevar el subtítulo de la conocida novela "Crónica de una muerte anunciada" que escribiera justo hace 30 años Gabriel García Márquez. Y no precisamente por el descalabro del PSOE -que sería lo anecdótico o circunstancial del juego de la alternancia democrática-, sino por algo más importante como la muerte anunciada que paulatinamente esta sufriendo el sistema democrático en España. Cuando tras la transición se llegó a un amplio y generoso acuerdo -incluido con los residuos del régimen franquista- para elaborar una nueva constitución, se quiso premiar el papel de los partidos tras la larga travesía del desierto sufrida durante la dictadura. Además, premiando el bipartidismo con una ley electoral para evitar el fraccionamiento parlamentario y la estabilidad democrática en los primeros años. Pero de eso han pasado 40 años, y los defensores del bipartidismo a la americana PPSOE, han querido consolidar el modelo para perpetuar un sistema electoral injusto que les beneficia para sus chanchullos (corrupción, alternancia en el poder, connivencia con los bancos, supeditación al Vaticano, descarada obediencia a los mercados financieros, etc) con el fin de ir desmantelando poco a poco el estado del bienestar, con alguna que otra ley excepcional para satisfacer a los seguidores de una u otra banda. De esa situación, se han beneficiado los partidos llamados nacionalistas para pescar, a través del chantaje político, en río revuelto.
Sin embargo, la crisis globalizada provocada por los mercados, de la cual, encima se han beneficiado y siguen lucrándose impunemente a costa de los ciudadanos y los Estados, ha ido confirmando lo que cada vez más personas han venido denunciando, criticados, además, de "catastrofistas". Las elecciones de ayer son un ejemplo ilustrativo de cómo un sistema, a priori, democrático, está dando paso a una dictadura de los mercados, en la que los políticos son meras marionetas puestos en el poder para llevar a cabo su voracidad, dejando para los ciudadanos sólo la posibilidad de plebiscitar lo que dicho mercados imponen. Es lo que algunos vienen llamar ya y acertadamente, "golpismo financiero".
Sin embargo, las elecciones del 20-N aportan detalles, que demuestran como el pueblo español no es tonto, aunque sí sufra amnesia política, cambiando a uno por otro en la idea de que en eso radica la solución a la grave crisis que sufre España. Si se decía que la opción era elegir entre PP y PSOE (es decir, entre Jeckill y Hyde), ayer se optó por el primero. Pero hay detalles que no deben escapar al observador y que son tan gráficos como el "clamoroso" triunfo del PP. En primer lugar, es que no lo ha sido, y 45 millones de españoles van a ser gobernados según el deseo y las maneras que ha elegido 10 millones, o sea, una minoría -aunque mayoritaria-, que además no llega ni al 50 % de quienes están en edad de votar, que son 24 millones y medio. En segundo lugar, la abstención ha sido amplia, un tercio, lo cual no es poco, y además con el detalle de que sumados el número de votos en blanco y nulos, están próximos a los conseguidos por la quinta fuerza politica. No sólo eso, sino que la abstención ha subido dos puntos, los votos en blanco hasta el 1.37 y los nulos, el doble, hasta el 1.29. O sea, más de 600 mil personas, que unidas a los más de nueve millones que se han abstenido, pasan de 10 millones, ¡la misma cantidad que ha votado al PP!. Es decir, estan prácticamente empatados quienes deciden quien gobierna y quienes no están de acuerdo con el sistema actual. ¡De que puede vanagloriarse entonces el PP con su "mayoría aplastante"! Indudablemente no representan a la mayoría de España aunque por una ley electoral injusta vayan a hacerlo y tomar decisiones en contra de la auténtica mayoría.
Pero hay más. ¿Cómo es posible que alguien se atreva a llamar democrático a un sistema que no da al voto de cada español el mismo valor, fin último de cualquier decisión democrática? ¿Cómo es posible que Izquierda Unida y las diferentes organizaciones con las que se ha presentado haya sido votada por más de millón y medio de españoles y siendo la tercera fuerza más votada, sea la cuarta en número de diputados con 11, muy por debajo de los nacionalistas catalanes de CIU, que con 600 mil votos menos ha obtenido 16 parlamentarios? Todavía peor: UPYD, fuerza en ascenso, que también preconizaba una reforma electoral, con más de 100 mil votos que CIU, ha sacado 11 diputados menos. Y todavía peor: Otra de las organizaciones damnificadas gravemente, EQUO, se ha quedado injustamente como extraparlamentaria a pesar de sacar más votos que la alianza CC-NC o los gallegos de BNG, G-BAI, FAC y COMPROMIS-Q, que sí han entrado.
Un analísis global lleva a contemplar igualmente al fuerte aumento de la izquierda, y a la notable entrada de formaciones nacionalistas en el Parlamento, lo cual es indicador también de cierta fractura en la tendencia bipartidista hasta el 20-N.
Una última observación, y ésta referente a nuestro entorno próximo, Canarias. Es de resaltar el batacazo de los insularistas, que aún uniendo fuerzas antes dispersas, haciendo retornar al redil a Nueva Canarias, han sacado 164.525 votos menos, quedando relegados a un discreto tercer lugar con IU a solo 100 mil votos y UPYD a 120.000. "La voz de Canarias" en Madrid, como han vendido, se ha quedado afónica sin llegar a formar grupo parlamentario ni ser imprescindible para formar gobierno, y por tanto sin posibilidad de seguir chantajeando.

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